martes, 19 de febrero de 2008

Por la lectura, desde pequeños

19/feb/2008
Manuel Lino / El Economista

La literatura infantil, las editoriales chicas y las librerías tienen un futuro (posible) promisorio

Ayer, después de ver que la lectura es fundamental y que los lectores, la industria editorial y las librerías se encuentran en una situación precaria, prometimos buenas noticias, que sí hay. La primera de ellas se refiere a los niños.

"Puedes observar en las librerías un fenómeno reciente, que son las secciones para niños. Ahí se ve a lo padres, que no leen... (uno lo ve en sus amigos, conocidos más bien , porque los amigos de uno sí leen), que llevan a sus hijos como con un sentimiento de culpa a comprarles libros", comenta Marcial Fernández editor de Ficticia Editorial.

"El área infantil es una de las pocas que ha tenido un crecimiento constante - comenta Juan Arzoz de la Caniem-. Se ha hecho lugares en varias librerías con otro entorno, con sillones o alfombras, los niños van, tocan los libros, los ojean".

Este fenómeno tiene bondades pragmáticas "Es que es un mercado y una inversión, porque si un niños lee, ya leyó toda su vida", dice Arzoz.

Y agrega, "un libro se convierte en tu amigo más fiel", pues la lectura también tiene un componente meramente emocional.

Pero esos libros no son sólo cuentos. Hay varias editoriales que, como Ana Laura Delgado, de Ediciones El Naranjo, creen "en la literatura, pero también creemos que hay otros medios para provocar a los niños".

También las editoriales grandes, como Ediciones B, están explorando estos terrenos. "El año pasado creció el catálogo infantil muchísimo -comenta Daniel González, director editorial-. Tenemos libros de literatura infantil muy bonitos y muy bien ilustrados, en pasta dura. Pero también decidimos incursionar, por ejemplo, en la triple A.

"Hicimos varias presentaciones de los luchadores a las que le quitamos las implicaciones de violencia y le dejamos ele ejercicio la competencia, la convicción, valores que queremos resaltar.

"No buscamos crear ?el hábito de la lectura?, un hábito puede tener una connotación positiva o negativa, lo que queremos es crear el gusto por la lectura", afirma y está seguro de que "Las nuevas generaciones se están formando con un gusto por la lectura, ya no es ?la letra por sangre entra?".


La letra también por el aula llega.

En ese "nuevo" gusto infantil por la lectura, los editores cuestionados no dudan en afirmar que el programa de Bibliotecas de Aula ha colaborado en buena medida, amén de que ha ayudado a que muchas editoriales pequeñas puedan subsistir.

"Si algún libro nuestro -comenta Laura Delgado, de El Naranjo- es seleccionado para la Biblioteca de Aula... no podemos hablar de ganancia, tal vez las grandes editoriales, nosotros usamos ese dinero para producir más libros".

José Ángel Quintanilla, presidente de la Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura, es, en principio, más cauteloso "Es difícil medir el impacto que tiene el programa porque hay casos en que no tuvo ninguno. Hay gente que dice: ?Conozco escuelas donde los libros se quedaron en las cajas y para eso mejor no hacemos estos programas?, como si fueran todos los libros de todas escuelas.

"Pero he sabido de casos de chicos de padres que no hablan español, que se llevaba los libros de la Biblioteca de Aula, porque para eso son, y les leían a los papás. El chico o la chica hacían la labor de traducción del libro al idioma de sus padres.

"Cuando un niño tiene esa capacidad de reconocer lo que lee y traducirlo a otro idioma, quiere decir que sus capacidades de entendimiento y razonamiento, y su autoestima, se han incrementado muchísimo.

"Son casos de ambientes no urbanos y que contribuyen a que se vayan cerrando esas brechas entre los que tenemos mucho, casi todo, y los que tienen poco o casi nada.

"Si es corto el tiempo para decir que el programa ya funcionó, pero si hay elementos para decir que el impacto del programa va a ser muy positivo a mediano o largo plazo".

Por cierto, aun cuando no sea primaria, la influencia de la escuela es determinante tanto en el fomento a la lectura como en el "mantenimiento de las editoriales".

En Editorial Tusquets, comenta Claudia Galán tenemos los libros consolidados, son por ejemplo, libros de base para algunas materias en la escuela; por ejemplo, La insoportable levedad del ser (de Milan Kundera), que se deja como lectura en la preparatoria.

"Después tenemos los libros que son propiamente literatura para el entretenimiento son los que adquiere el público lector ya maduro. "Si vendes 10 volúmenes de La insoportable de éstos vendes dos o tres".


Internet, la oportunidad.

En contra de lo que sucede en la industria del disco, en la del libro se ve a Internet como una gran oportunidad y no como una amenaza.

Para empezar, podemos poner como ejemplo el caso extremo de Ficticia Editorial, que nace "como portal de Internet, ficticia.com, una ciudad virtual para cuentistas", según la define Marcial Fernández el editor.

"Tiene tal auge Ficticia que el propio Internet nos empieza a quedar chico, en el sentido de que tenemos muy buenos autores como para empezar a publicar libros".

"Así, empezamos una colección de cuentos patrocinada por una marca vitivinícola, logramos sacar 22 libros de cuento. A últimas fechas abrimos una nueva colección que se llama Biblioteca de Cuento Contemporáneo en la cual ya tenemos 8 títulos y otros 10 por sacar este 2008".

Actualmente, ficticia.com "tiene unas 400,000 visitas al mes, contando sólo a la personas que se quedan a trabajar mínimo 10 minutos, es decir que leen un cuento, escriben o critican o lo que sea".

A Ficticia Editorial no le va tan bien. "Los tirajes de los libros son de 1,000 ejemplares y sólo hemos podido reimprimir tres o cuatro títulos.

El público mexicano todavía no se anima a comprar muchos libros por Internet, ni portales como el de Ficticia, "donde te dan un trato especializado, no tenemos servicio de tarjeta de crédito, llamas, te contesta un ser humano, te llevan el libro a tu casa sin costo alguno (si vives en el Distrito Federal) o cobrando sólo el envío", o en los más grandes y automatizados como el de Gandhi.

"Creo que tiene que ver con estar en contacto con los libros, ojearlos, antes de comprar uno", comenta Juan Arzoz.

De la misma manera, Arzoz piensa que como soporte, Internet no desplazará a los libros, pero aun si lo hiciera, "nosotros (es subdirector de la editorial Santillana) somos productores de contenido, no tendríamos problema".


Un futuro promisorio.

En cuanto a las cifras de lectura, por primera vez se hizo un estudio serio al respecto, la Encuesta Nacional de Lectura, que dice que los mexicanos leemos 2.9 libros al año. Antes se decía que alrededor de 1.5 o máximo dos, pero no son cifras comparables, pues no se había hecho una medición confiable (era sólo una división entre libros comprados o regalados por el Estado entre número de habitantes).

Aun así, todos los editores consultados para este reportaje ven con esperanza el futuro y esperan que haya crecimiento tanto en las editoriales como en el número de librerías, en la cantidad de lectores y que los niños, al crecer, lean más de lo que lo han hecho sus padres.

"Se están haciendo cosas interesantes -dice Marcial Fernández-. Pareciera que mientras más crisis hay... bueno, no podemos hablar de crisis porque no ha habido apogeo, mientras más adversidad hay se generan más y mejores libros".
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