jueves, 11 de octubre de 2007

Cambiar de empleado a emprendedor exige una estrategia

Joan Lanzagorta

Las habilidades para administrar y prevenir deben ser mayores


Muchos de nosotros soñamos con ser financieramente independientes. Deseamos trabajar para nosotros mismos en lugar de hacerlo para alguien más.

Aprovechar nuestros talentos para construir un patrimonio propio; crear un negocio propio.

Sin embargo, pocos somos lo suficientemente valientes como para renunciar a nuestro empleo para alcanzar nuestro sueño.

La razón principal que nos detiene es nuestro miedo, un temor profundo a perder lo que tenemos.

Nuestro empleo, a final de cuentas, nos proporciona una seguridad psicológica que para muchos es indispensable: un ingreso fijo y ciertos beneficios.

El dejar atrás todo eso para emprender la aventura de crear un negocio propio es, pues, una decisión difícil y sin duda no apta para todo el mundo.

No obstante, si decidimos tomar este camino, no debemos dejar que nada se interponga entre nuestra meta y nosotros. Los siguientes consejos nos ayudarán a incrementar nuestras oportunidades de tener éxito de largo plazo: Prepararnos para dejar nuestro trabajo. Muchas personas están acostumbradas a gastar tanto o más de lo que ganan en su trabajo.

Por lo tanto, se vuelven dependientes de su salario y mientras más lo son, más fuertemente se aferran a él. Por ello, suelen posponer su decisión de emprender.

En estos casos, uno debe tomar primero la decisión de reducir sus gastos al máximo y de vivir una vida más sencilla.

Esto nos servirá para maximizar nuestras habilidades de ganar dinero (y de quedarnos con una buena parte de él) pero además nos dará el estilo de vida necesario para aguantar la pérdida de ingresos y el incremento en gastos relacionados con la apertura de nuestro negocio.

Uno además podría considerar el seguir trabajando, de medio tiempo, mientras su empresa prospera y puede depender económicamente de ella.

Desarrollar un plan de negocios. La mayoría de las empresas de nueva creación termina por fracasar debido principalmente a la falta de planeación.

Todo emprendedor debería hacer su tarea e investigar y desarrollar por escrito su idea de negocios. Esto incrementará dramáticamente sus probabilidades de éxito. Un buen plan de negocios debe ser un borrador de cómo espera que se desarrolle su negocio.

Debe ser, como su nombre lo indica, un plan que debe detallar la idea original de la empresa, el entorno del mercado en el cual competirá, sus planes de mercadotecnia y también un estimado de sus ingresos y egresos en las diversas etapas iniciales.

Hay muchos recursos en el Internet que le ayudarán a elaborar un plan de negocios bueno, sólido y que cubra todos los ángulos necesarios.

Reemplazar nuestras coberturas de seguros. Muchas empresas ofrecen como prestación a sus empleados, seguros de vida y de gastos médicos mayores.

Es importante continuar con estas coberturas, ya que de presentarse un imprevisto, nuestra idea de negocio podría venirse a pique. También debe hacerse, por las mismas razones, un análisis de las coberturas que necesitará para su nueva empresa.

Establecer un plan de ahorro para nuestro retiro. Una vez que nuestro negocio esté teniendo utilidades, no debemos olvidarnos de destinar parte de ellas para continuar con nuestro ahorro para el retiro.

Al tener una empresa propia no tenemos acceso a prestaciones como puede ser el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) incluyendo el ahorro para el retiro en las administradoras de fondos para el retiro (afores). Por lo que la importancia de construir un fondo propio se hace patente.

Con mucho gusto recibiré sus dudas, inquietudes y comentarios en mi dirección de correo electrónico: jlanzagorta@eleconomista.com.mx


Persisten obstáculos para iniciar negocios.

Lamentablemente en México es muy difícil hacer negocios.

No tenemos seguridad jurídica, las leyes fiscales (y por ende el entorno económico) cambian cada año, y nuestros congresistas anteponen su interés político a las verdaderas necesidades del país.

A pesar de que los trámites para crear una nueva empresa se han reducido sustancialmente, todavía es muy complicado hacerlo.

Adicionalmente, la corrupción, a pesar de los esfuerzos que se han querido hacer en esta materia, sigue siendo parte importante de nuestra vida cotidiana y representa un costo altísimo, sobre todo para los nuevos emprendedores.

Todo esto hace mucho más difícil para los mexicanos crear una empresa y crecer con ella. Es mucho más complicado hacerlo aquí que en un país desarrollado.

De hecho, se ha demostrado que una de las grandes diferencias entre un país desarrollado y uno del "tercer mundo", es precisamente la facilidad para hacer negocios así como la seguridad jurídica.

En los países desarrollados generalmente se pueden abrir empresas en cuestión de horas, y los empresarios se pueden defender eficientemente de cualquier acción ilegal que la ponga en peligro.

En México, las tasas de interés que cobran los bancos para los préstamos siguen siendo muy altas precisamente por la falta de seguridad jurídica.

En México, si una persona decide rentar un inmueble, y su inquilino deja de pagar la renta pactada, tampoco puede proteger su patrimonio y desalojarlo de inmediato, al contrario de otros países en donde esto es posible.

En México, los inversionistas extranjeros y los grandes empresarios "amigos del gobierno" han sido los únicos favorecidos con garantías que ha tenido que otorgar el gobierno (con cargo a los contribuyentes) para que inviertan en nuestro país. Sin dichas garantías, simple y llanamente no vendrían.

Sin embargo, los pequeños empresarios que realmente significan el motor de una economía, no gozan de ninguna seguridad para sus inversiones, dado que la aplicación de las leyes continúa siendo discrecional. Así no se puede crecer.
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