Miguel Alemán V.
28 de noviembre de 2007
El Universal
Opinión
Durante años he reiterado la importancia de tres áreas que asegurarán el desarrollo exitoso de nuestro país: telecomunicaciones, transportes y turismo. Cada una es piedra de toque de un sistema productivo, de organización industrial y de oferta de empleos bien remunerados, con beneficios palpables en la construcción de un sistema político sólido y democrático. Cada una fortalece la capacidad competitiva del país, y las tres juntas son base duradera de un modelo de desarrollo distributivo que aprovecha y preserva los recursos regionales.
En esta ocasión expongo mis reflexiones en tres entregas. El tema de hoy es el relativo a las telecomunicaciones. Las telecomunicaciones representan la capacidad científica y tecnológica puesta al servicio del desarrollo humano.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, por la competitividad de su infraestructura México se ubica en el lugar 51 en telecomunicaciones y regionalmente ocupa el sitio noveno en América Latina.
La brecha tecnológica entre países desarrollados y países en vías de desarrollo es cada día más amplia; de ahí la imperativa necesidad de impulsar el avance en las tecnologías de la información y, en consecuencia, en las telecomunicaciones.
La información es la viajera principal de los sistemas de telecomunicaciones. Su transmisión, en tiempo real, es cada día un insumo de uso común. Por ello, en materia de fibra óptica México requiere recorrer la curva del aprendizaje a la velocidad de la luz.
Recientemente se han ofrecido computadoras portátiles para usos educativos, cuyo costo oscila entre 100 y 150 dólares (de mil 600 a mil 800 pesos), que serán distribuidas en Argentina, Brasil, Uruguay, México, Nigeria, Libia, Paquistán, Palestina y Tailandia, para que estudiantes de zonas marginadas cuenten con oportunidades de acceso a las redes digitales para su formación académica.
Invertir en desarrollo tecnológico de telecomunicaciones es, en suma, apostar por elevar el nivel educativo profesional en las ciencias duras, así como proporcionar mejores condiciones para la inversión nacional y extranjera en los actuales y nuevos mercados.
En su corta vida, las tecnologías de telecomunicación han transformado el comportamiento de la sociedad, del quehacer público y de las organizaciones productivas.
Desde una antena en una ranchería lejana hasta la tecnología de diseño y operación de satélites, México tiene aún mucho trecho que avanzar, y tendría que hacerlo con gran rapidez.
La segunda etapa de esta era de la información es la democratización de su uso y acceso, en la que el individuo interactúa con millones de personas en todo el mundo y propone soluciones, muchas de las cuales son hoy jugosos negocios.
En el futuro próximo, México debe llegar a ser un país en línea y en tiempo real. Esto significa una más amplia cobertura territorial de los sistemas de telecomunicación, aplicada a los medios de comunicación y al acceso de todo ciudadano a las redes digitales de información.
Quedó atrás la idea de que la información es poder. Actualmente, la información es mercado con productos y servicios innovadores, al que se accede desde cualquier lugar del mundo.
El imperativo nacional requiere que seamos capaces de construir, operar redes y producir contenidos de información, historia y valores, acordes a nuestro idioma, cultura e identidad, ya que, tarde o temprano, alguien los ofrecerá más allá de nuestras fronteras.
Diógenes
Organismo electoral busca presidente; imparcial, con prestigio profesional, capacidad de negociación, impecable en conteo de votos, robusto para que no se le caiga el sistema y dispuesto a descifrar algoritmos. Interesados, favor de presentarse con linterna porque el acuerdo será tomado en lo oscurito.
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Político, escritor y periodista
