martes, 13 de mayo de 2008

El drama educativo

Economía Informal
Macario Schettino

EL UNIVERSAL


No debe ser novedad para usted saber que la educación en México es un fracaso rotundo. No debe serlo porque hemos hablado de ello en muchas ocasiones, y porque para hacerlo, hemos utilizado la información de los exámenes internacionales que se han aplicado a los niños y jóvenes mexicanos

Esa información es contundente: dos terceras partes de los jóvenes que terminan la secundaria no pueden hacer más que seguir instrucciones simples. O si lo quiere más exactamente: resolver problemas sencillos con toda la información claramente expuesta.

Sin embargo, todo indica que para usted, o para sus amigos cercanos, esta situación sí es novedosa, porque usted o sus amigos creen que la escuela de sus hijos es buena o muy buena. La secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, así nos lo comentó en el programa “Dinero y Poder”, en canal 11, hace una semana, y algo parecido reporta el periódico Reforma en su portada de ayer.

Dos terceras partes de los padres creen que la educación de sus hijos está funcionando bien, o muy bien, cuando en realidad dos terceras partes de los hijos salen de la secundaria con la vida destruida, porque ya no podrán, jamás, tener la capacidad mínima de entender su entorno. Esto significa que los padres mismos son incapaces de entender lo que ocurre: no sólo no se dan cuenta de que sus hijos están en camino de la miseria, sino que creen que es al contrario.

Por eso esta columna es tan insistente, necia incluso, con la importancia de ir a los datos, a la evidencia, para entender lo que ocurre. Porque nuestras creencias suelen ser erróneas, resultado más de nuestra fe en lo sobrenatural, en nuestra esperanza de que las cosas mejoran solas, en nuestra dependencia de los milagros. Y los milagros, aunque usted no lo crea, no existen. Su hijo no tendrá éxito por milagro, lo tendrá si tiene las capacidades y habilidades que el mercado pagará cuando sea mayor. Y si no las tiene, sufrirá, sin importar cuántos títulos haya acumulado, o qué calificaciones tenía en una secundaria de pacotilla, como las que tenemos en este país.

Frente a este terrible drama, EL UNIVERSAL nos confirma ayer que la obligatoriedad de la educación media superior va en serio. Ese absurdo que los diputados de la comisión correspondiente aprobaron hace unos días, es parte de un acuerdo, según nos informó nuestro periódico, entre la SEP y el sindicato de maestros, el SNTE. Hacer obligatorio este ciclo escolar implicará enormes gastos, que el gobierno no podrá cubrir, y además la habilitación, como profesor, de cualquier persona. En buena medida, eso es lo que está detrás del fracaso de la secundaria, que creció a ritmos tan elevados que no hubo profesores calificados, y se contrató a cualquiera.

Hay una gran confusión acerca de la educación. No es por estar en la escuela que alguien va a tener éxito en el mercado. No por estar muchas horas calentando la banca se aprende, ni mucho menos. Recuerde usted que México es el país de la OCDE en que más tiempo están los niños en la secundaria, y en donde se destinan más horas a estudiar matemáticas, y estamos en el último lugar de esa organización.

Nuestro sistema educativo no está preparando a los niños y jóvenes para competir. Sólo los mantiene entretenidos durante dos décadas, y los arroja al mercado sin habilidades, sin conocimientos, sin ninguna competencia. Y por eso tenemos hoy enormes cantidades de profesionistas desempleados, que no pueden trabajar en su profesión porque no saben nada, ni pueden desempeñar un oficio porque no lo aprendieron, ni tienen ninguna manera de corregir su situación porque ya tienen 24 o 25 años, y ya poco se puede hacer a esa edad.

El problema estructural más importante de México es la educación. Y es cada vez más importante conforme el conocimiento se convierte en el factor de producción que más valor agregado genera. Este país se quedará rezagado de manera definitiva si no corregimos al sistema educativo, y muy pronto. Me parece que la última oportunidad la tendremos después del proceso electoral de 2009. Si, una vez más, no se hace nada, puede usted estar absolutamente seguro de que México estará perdido.
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