lunes, 1 de octubre de 2007

El líder y los grupos

Armando González*

Durante mucho tiempo se ha pretendido definir y medir los rasgos y las habilidades de los líderes, sin embargo, no se ha logrado hasta ahora un consenso al respecto.

Anteriormente el que tenía este rol, era concebido como un ser superior al resto de los miembros del grupo, y se creía que estos atributos se transmitían biológicamente de padre a hijo, además de ser un don de los dioses.

Hoy sabemos que el líder es resultado de las necesidades de un grupo, ya que operacionalmente éste tiende a actuar o hablar a través de uno de sus miembros.

La necesidad de esta figura es evidente y real, además de ser indispensable para grupos amplios y complejos.

Así, "el líder es un producto no de sus características, sino de sus relaciones funcionales con individuos específicos en una situación específica".

La persona con este rol, juega un papel importante en la toma de decisiones, por lo que el apoyo que se le de es fundamental. Para ello el líder debe de analizar no sólo las características del grupo, sino el contexto en el que se desenvuelve.

Un buen líder debe tomar decisiones y ser capaz de plantear objetivos realistas y viables. Para ello ha de adquirir información, y buena parte de ésta ha de ser fruto de la interacción y la confianza con sus compañeros.

Todo esto se ve facilitado por la comunicación: el interés por conocer los sentimientos y pensamientos de las personas que trabajan junto a él o ella.

La accesibilidad es un punto básico dentro del liderazgo.

Un buen líder transmite la sensación de ser una persona abordable, a la que pueden expresar abiertamente sus ideas, que siempre estará comprometido en el logro de las metas propuestas, además de estar interesado en escuchar, comprender y conocer todas las sugerencias. La labor que realiza cada miembro de su grupo, es importante.

Otras cualidades son: la cordialidad, la amabilidad, el optimismo y saber reforzar positivamente.

El reconocer un trabajo bien hecho, y en general, una conducta afable y cordial, son técnicas que reconfortan a las personas, además de promover el interés y entusiasmo por su labor.

Por último un buen líder no es aquel que impone miedo, sino el que se mueve entre sus compañeros manteniendo un contacto apacible, transmitiendo buen humor, dando el ejemplo con su conducta de los niveles de esfuerzo exigido a los demás.

*Director General de Gen-T, empresa socia de la AMECH armando.gonzalez@gen-t.com.mx
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