martes, 22 de enero de 2008

El valor de lo intangible

Valores
EL ECONOMISTA

22/ene/2008

Platón escribió en La República una curiosa anécdota: Cuando estaba en pleno diseño de lo que él consideraba una ciudad ideal, menciona que a los únicos que dejaría fuera serían a los actores de teatro. Uno se pregunta si habrá tenido problemas con algún histrión o si le habrían impedido la entrada
Marco Iván Escotto Arroyo*



Platón escribió en La República una curiosa anécdota: Cuando estaba en pleno diseño de lo que él consideraba una ciudad ideal, menciona que a los únicos que dejaría fuera serían a los actores de teatro. Uno se pregunta si habrá tenido problemas con algún histrión o si le habrían impedido la entrada a alguna función. Pero su argumento radica en que, si un buen actor es quien se involucra tanto en el personaje que interpreta que anula su propia personalidad y adquiere otra, tanto que llegue a considerar sus gestos, su mirada, su voz como la de otra persona, no sabríamos cuando estas personas estuvieran actuando o no y podríamos ser engañados fácilmente.

Una interpretación al planteamiento de Platón sería que una persona técnicamente muy bien capacitada puede hacer tanto bien como mal en la sociedad, en la empresa o en el gobierno. Por ejemplo, el experto financiero de su empresa. En esta posición se llega a conocer tan bien que se sabe dónde hacer más eficientes los gastos, dónde invertir, pero también dónde ocultar y maquillar cifras. Se conoce tan bien la empresa que sabe sus fortalezas y debilidades.

¿De qué dependerá una actuación buena o mala? ¿De qué dependerá que, aún sabiendo las debilidades del sistema, no se aproveche de ellas para beneficio propio? La respuesta es: de la misma persona, de los valores que lleve consigo, de su ética.

Un factor de éxito de las empresas es la retención de sus empleados más productivos. De los que no esperan indicaciones para buscar oportunidades de mejora, de los que innovan, en los que se puede confiar, los que dan el plus.

Sin embargo, el énfasis en la formación de equipos, tanto de la empresa como del directivo, se ha puesto en las habilidades técnicas, más que en las personales y esto es un gran error. Como Platón, quisiera mencionar que el no tomar en cuenta valores intangibles, como la ética, la honestidad, la sinceridad, la puntualidad, la limpieza, el trato personal, etcétera, y sólo fijarse en indicativos técnicos puede afectar enormemente a la productividad.

Piense usted en esa secretaria que, por su trato personal, le ha resuelto problemas con socios o proveedores, que le lleva cuentas personales o conoce su historial médico. Aquel chofer que puede confiarle a su familia o dinero, sin que tema que le robe. O aquel asistente que sirve como filtro de muchos de los problemas que le llegan para que usted sólo se enfoque en los problemas importantes. Muchas de estas personas no son valoradas en su cabalidad porque, a la hora de evaluarlos, sólo nos fijamos en sus capacidades técnicas. Adquirir este tipo de capacidades es relativamente fácil, basta un buen guía y esfuerzo de la persona para aprender. Pero contratar una persona ética o lograr que una persona sea ética es mucho más difícil.

Ahora bien, irse al otro extremo. Es decir, contratar personas buenas, pero poco eficientes tampoco es una opción. El primer deber ético de una persona que trabaja es ser eficiente. Pero si usted tiene una persona eficiente y con altos valores éticos, sería un error no remunerarla justamente y no retenerla como parte de su equipo. El valor de lo intangible a la hora de ponderar la productividad es muy importante y tiene un peso que no estamos dándole en nuestras instituciones, tanto públicas como privadas.

*Marco Iván Escotto Arroyo es coordinador del Centro de Estudios para la Gobernabilidad Institucional y profesor del área de Filosofía y Empresa del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE). Su correo electrónico es: cegi@ipade.mx
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