jueves, 10 de enero de 2008

Las escuelas y las mamás

Editorial- EL ECONOMISTA

10/ene/2008

La educación de las madres es un factor muy importante para predecir y explicar los aprendizajes de los hijos.
Eduardo Andere M.

En seguimiento a mi columna del lunes pasado, y como respuesta a las preguntas de algunos padres de familia, lucubraré un poco más sobre la influencia y participación de los padres de familia en los aprendizajes y en la educación escolar. Una de las dudas es el tema de la cultura en el hogar.

Cuando los expertos hablan de los factores de éxito en la educación escolar medido aquél como altos resultados en pruebas estandarizadas, se refieren a los hábitos y valores cotidianos en la familia. Como la cultura del hogar no es una variable que pueda medirse directamente los estudiosos utilizan variables sucedáneas de fácil medición. Estas variables, imperfectas, pueden ser el número y tipo de libros y revistas en el hogar, las horas que la familia le dedica a la lectura versus otras actividades como "ver" televisión, la cantidad y frecuencia con que la familia acude a museos y/o teatros y/o cines, el acceso y uso a la tecnología, etcétera.

Además de los factores culturales los expertos también tratan de explicar la variación en los resultados de unos educandos con otros y de unas escuelas con otras por medio de la medición de variables denominadas socioeducativas. Como el factor socioeducativo no es directamente observable, los estudiosos también utilizan variables sucedáneas. En este caso la variable de elección es la educación escolar de los padres, sobre todo, de la madre.

Por ejemplo, en los resultados de PISA 2006, para la prueba de ciencias, se pueden observar claramente los resultados de niños con madre sin educación escolar y niños con madres con educación escolar. Para el caso de México el resultado promedio de niños con madre sin educación primaria fue de 371 puntos; el resultado promedio de niños con madre con educación primaria fue de 404 puntos; y de niños con madre con educación preparatoria fue de 439 puntos (OCDE 2007). Los resultados promedio de niños con madres con educación terciaria fueron prácticamente iguales que el anterior. Se observa, pues, una diferencia importante de un grupo a otro.

Para el conjunto de países de la OCDE también se observan diferencias importantes. Por ejemplo, niños OCDE con madres sin primaria obtuvieron, para la misma prueba, 429 puntos. Niños OCDE con madres con educación primaria, 466 puntos; niños OCDE con madres con educación preparatoria, 504 puntos; y niños OCDE con madres con educación terciaria, 529 puntos. Bien me decía la directora de una prestigiada escuela en Finlandia que "la educación en Finlandia se transmite a través de la leche materna".

Obsérvese que a diferencia de México el beneficio en los resultados de los niños OCDE con madres con educación no se detiene en la preparatoria sino que continúa a la educación terciaria. Obsérvese también que los niños OCDE consistentemente obtienen resultados promedio más altos que los niños de México para cualquier nivel de educación de sus madres. Las dos observaciones merecen investigación adicional que se antoja fascinante. Para el caso de la diferencia en los resultados para un mismo nivel de educación de las madres entre México y la OCDE, uno podría sugerir que existen aspectos quizás derivados de una sociedad OCDE con un mayor nivel educativo y cultural que explican la diferencia.

Cualquiera que sea la razón, lo cierto es que la educación escolar de los padres y las relaciones culturales en el hogar son muy importantes para predecir y explicar los resultados en los aprendizajes. Lo que pasa en las escuelas es todavía más difícil de relacionar con los resultados educativos. Lo que sabemos es que cuando las escuelas también tienen niveles educativos y culturales elevados los resultados de sus pupilos tienden a ser más altos.
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