jueves, 14 de febrero de 2008

El amor y el mercantilismo

Editorial EL UNIVERSAL
14 de febrero de 2008

Desde la Patagonia hasta India, el mundo celebra el “día del amor”. Sin duda, un producto del mercantilismo. ¿Qué fecha importante no lo es?

La costumbre popular ha hecho de San Valentín el patrón de los enamorados, quizá porque la fecha antecede a la primavera o porque se dice que en tiempos romanos este santo casó a muchas parejas a escondidas bajo la tradición cristiana. Sea como fuere, ha sido la gente incluso en países no católicos como China y Taiwán la que renueva este día.

Están rebasadas las teorías sociológicas de la “bala mágica” que consideran a las personas simples marionetas que hacen lo que los medios de comunicación les indican. Cuando alguien decide admitir un concepto lo hace porque refuerza sus propias creencias.

Hace años el diario Times de Bombay resumió el fervor de la fecha con un editorial titulado Recuerda, cupido rima con estúpido. Bueno, si admitimos tal cosa como cierta metamos de una vez en el mismo saco a la Navidad, el Día de las Madres, el Día de la Mujer, el Día del Maestro, el Día de Muertos, etcétera, etcétera.

Las conmemoraciones antes mencionadas son respaldadas por un motivo histórico o social que trasciende al mercantilismo —a diferencia de lo que se propugna en contra del 14 de febrero—; sin embargo, el significado para el grueso de la población es el mismo: un pretexto para festejar en nombre de algo. Poco importa a “las masas” que un día como el de la mujer no esté hecho para el regocijo sino para la reflexión; ese día, miles de mujeres exigen su abrazo.

En sociedades occidentales conformadas por millones de personas, como la nuestra, los mensajes simples son los más efectivos. El mercantilismo banaliza los valores, no los crea. Denle los críticos más crédito a las personas que tildan de “comunes”.
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