Editorial
11/feb/2008
Tal vez no sólo interesarle sino ocuparle. La humanidad depende del medio ambiente, que es fundamental para el avance y el bienestar humano.
Antonio Puig Escudero
Tal vez no sólo interesarle sino ocuparle. La humanidad depende del medio ambiente, que es fundamental para el avance y el bienestar humano. El cambio ambiental puede repercutir en la seguridad, la salud, las relaciones sociales, las maneras en que las empresas producen, comercian y en los modelos de desarrollo económico de los países. Existe evidencia de un cambio ambiental sin precedentes en el ámbito mundial y local: * La superficie de la tierra está calentándose. El aumento previsto en la frecuencia e intensidad de las olas de calor, las tormentas, las inundaciones y las sequías afectaron a millones de personas. Mientras que en el siglo pasado la temperatura promedio mundial ascendió 0,74°C, las estimaciones más optimistas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático relativas al calentamiento en este siglo prevén un aumento de entre 1.8 a 4.0°C. El cambio climático podría agravar aún más la pérdida de biodiversidad y la degradación de la tierra, bosques, agua dulce y océanos.
* Más de dos millones de personas en el mundo mueren cada año de forma prematura debido a la contaminación del aire tanto en lugares cerrados como abiertos. Aunque la contaminación del aire ha disminuido en algunas ciudades debido a las medidas políticas y tecnológicas, el aumento de las emisiones en otras ciudades están agravando los desafíos. La contaminación del aire de lugares cerrados ocasionada por una inadecuada combustión de los combustibles sólidos de biomasa supone un enorme daño para la salud.
* El agujero de la capa de ozono situada sobre la Antártica que nos protege de las radiaciones ultravioletas dañinas, es ahora más grande que nunca. Debido al descenso de las emisiones de sustancias que agotan el ozono y al estricto cumplimiento del Protocolo de Montreal, se prevé una recuperación de la capa de ozono, pero no será antes de entre 2060 y 2075, como resultado de prolongados tiempos de latencia.
* El uso insostenible de la tierra y el cambio climático están produciendo la degradación de la tierra, que incluye la erosión de los suelos, el agotamiento de los nutrientes, la falta de agua, la salinidad, la desertificación, y la alteración de los ciclos biológicos. Las personas pobres sufren de manera desproporcionada los efectos de la degradación de la tierra, especialmente en las zonas áridas, en las que viven 2,000 millones de personas, 90% de los cuales en países envías de desarrollo.
* La disponibilidad de agua dulce per cápita está disminuyendo en el mundo, y el agua contaminada sigue siendo la principal causa ambiental de las enfermedades y muertes en los seres humanos. Si las tendencias actuales continúan, 1,800 millones de personas vivirán en países o regiones con una escasez de agua absoluta en 2025, y dos tercios de las personas del mundo podrían verse afectadas por el estrés hídrico. El descenso de la cantidad y calidad de las aguas superficiales y subterráneas está incidiendo en los ecosistemas acuáticos y los servicios que proporcionan.
* La gran mayoría de las especies que han sido objeto de intensos estudios están disminuyendo en su distribución, abundancia o en ambos aspectos. Aunque se ha invertido el descenso de las áreas de bosques templados, con un incremento anual de 30,000 km2 entre 1990 y 2005, la deforestación en los trópicos se ha mantenido en una tasa anual de 130,000 km2 durante el mismo periodo. Más de 16,000 especies se han identificado amenazadas o en peligro de extinción.
Estos son algunas de las conclusiones del informe de la ONU "Perspectivas del Medio Ambiente Mundial, GEO4". Cada vez más un mayor número de líderes se acoge al Pacto Global no por imagen o por moda, sino porque están concientes de que el liderazgo del siglo XXI debe fundamentarse en lo ambiental, social y en la gestión estratégica. Aquellos que no lo hagan pondrán en riesgo severo la existencia de su organización.
